06 julio 2005

Entrevista: Mijail Gorbachov

Entrevista realizada por Jasper Gerard en The Times el 5 de junio de 2005

No es ninguna maravilla de entrevista. Pero da una imagen bastante cercana a algunos rasgos de Gorbachov. Su alejamiento total de la realidad que se convierte en demagogia. Hablarnos del leninismo y Tony Blair parece una broma. A veces ews incluso difícil seguir sus pensamientos.

Cuando todas las tiendas de tu país están vacías, los trenes y autobuses no funcionan, cuando nadie cobra su sueldo durante meses, cuando por todas partes de tu país comienzan guerras de limpieza étnica, el tener un gobernante que habla del socialismo de Jesucristo, que dice que quiere el verdadero leninismo y admira a M. Thatcher no es lo más deseable. Y aquí aún nos sorprendemos de que los rusos piensen que Gorby es un demagogo poco inteligente, y prefieran a un gobernante de verdad, con sus grandes defectos, pero que afronta los problemas con realismo.

Todos los héroes se ven pequeños de cerca. Pero se puede asegurar que Mijail Gorbachov cambió el mundo más que cualquier otra persona viva. ¿Puede ser que este hombre pequeño que me da la mano, al mismo tiempo sea un gigante, que puso fin a la guerra fría y al "imperio del mal"? Parece como si la pérdida de poder le haya hecho empequeñecerse. Pero cualquier duda sobre si pronto Gorbachov pueda ser momificado y colocado junto a Lenin se evapora inmediatamente. ¿Referéndum sí o no? nos pregunta como saludo en su mal inglés el último líder de la Unión Soviética.

Mi colega dice que está contra la constitución europea. Entonces Gorbachov se vuelve bruscamente hacia su traductor. “Usted es inglés. Ustedes aman la libra esterlina”. Ronald Reagan murió, Margaret Thatcher desapareció hace tiempo, pero su antiguo rival-colaborador, ahora que se cumplen 20 años del comienzo de la perestroika y la glasnost aún se corresponde a nuestro tiempo.

Gorbachov comienza un largo discurso, anticipando la conferencia que va a dar en Londres ("No debemos acusar tan solo al presidente George W. Bush de que no nos sintamos a gusto en el planeta: el mundo ya llevaba ese camino con Bill Clinton, cuando decidió que los Estados Unidos podían actuar por su cuenta; a occidente le hace falta su propia perestroika, para ayudar al tercer mundo). Está claro que es lo que espera de la gente, que miren en silencio a sus ojos, como soldados desfilando en el kremlin.

Cuando le interrumpo, tamborilea con los dedos en mi rodilla, y su traductor me ordena callar: John Humphrys se atragantaría en una situación similar. Cuando el fotógrafo le pide a Gorby que no esté tan ceñudo, él le contesta: “¿Por qué en occidente siempre os gusta que la gente esté sonriente en las fotos? ¿Y si no quiero sonreír?" Pero se relaja, y en sus labios aparece una sonrisa pícara. Al decirme que Roman Abramovich tendrá que devolver sus riquezas o ser juzgado, añade: "pero no quiero destruir la patria del fútbol".

Se ve soledad por detrás del carisma. Nos encontramos con él en Ginebra, a donde le han invitado a una conferencia organizada por la ONU. Allí habrá conocidos analistas, un cortejo de automóviles y guardaespaldas pagados por el Kremlin e interminables conversaciones, pero nadie a su lado. Cuando le pregunto cómo vive sin Raisa, su esposa, que simbolizaba la salida de Gorbachov del gris pasado soviético, aparecen lágrimas en sus ojos. “Se puede decir que me siento perdido. Los primeros tres años (tras su muerte de leucemia en 1999) estaba deshecho. Raisa siempre fue para mí lo primero, y lo seguirá siendo en mi memoria. Ella es para mí lo que Gorbachov para el resto del mundo”.
Se culpa a sí mismo (o al intento de golpe de estado de agosto de 1991, cuando estuvieron bajo arresto domiciliario), de provocarle un estrés fatal. Sin embargo mueve la cabeza y dice: “ella murió cuando le quedaban tantas fuerzas”. Está claro que no está acostumbrado a preguntas personales, se relaja poco a poco. Le pregunto cómo valora al Papa recientemente fallecido, y me cuenta que de enemigos se convirtieron en íntimos amigos y que mantuvo correspondencia con él hasta su muerte.

Tengo una alta opinión sobre él. Desde el principio entendimos que se diferenciaba de los Papas anteriores, pero, como se oponía al comunismo, veíamos en él a un enemigo. El comunismo era una cuasi-religión, -sonríe.- pero la situación cambió. Cuando me encontré con él en 1989 tuvimos una conversión en la que se estableció un diálogo que sólo terminó con su muerte. Dijo que apoyaba la perestroika, pero también criticaba el capitalismo porque olvidaba la dimensión espiritual del individuo. Estábamos de acuerdo en que, en todos los sistemas, el individuo debía estar en primer lugar. Antes de morir me dijo que necesitábamos un nuevo orden mundial, que fuese más estable, justo y humano. Para mi el Papa fue un gran humanista”.

Y de nuevo sonríe, al encontrar placer en esta paradoja. Si el comunismo es una religión, ¿Cuándo perdió la fe Gorbachov? “Sigo creyendo en los ideales sociales, si considero que esto demuestra mi cercanía al ser humano. Para mi Jesucristo fue el primer socialista”.

Sin embargo este no era un socialismo que “oprimió a la gente e hizo de la democracia un engaño, una fachada.” – a diferencia de Stalin, que encarceló a mi abuelo porque se quedó con un poco de trigo para alimentar a su familia. “Esto me hizo entender, como a Lenin, que había que ir por otro camino. Yo pasé por todo ello. Cuando estaba en 10º curso en la escuela, escribí un trabajo en el que escribía: Stalin, nuestra gloria guerrera, Stalin, el vuelo de nuestra juventud”. Más tarde entendí que había que rechazar el estalinismo, pero para llegar a tal conclusión fue necesaria toda una vida”.

Algunos alemanes querrían estar en el lugar de Hitler; después de él hubo que destruir y volver a construir toda la maquinaria estatal. ¿No experimentó él nauseas al sentarse en el sillón de Stalin? “No, yo tenía otro sillón, un sillón giratorio con brazos, y me daba la posibilidad de ver las cosas de otra manera, de observar nuevos horizontes”.

Gorbachov se presenta a sí mismo como el primero (y último) de los admiradores de Blair.”Creo en un socialismo en la dirección en la que trabaja Tony Blair. Le considero un compañero”. Dando a entender que es más audaz que Blair, dice que no ve problemas con la medicina privada, si todo el mundo puede recibir atención.

Siguió atentamente nuestras elecciones, y considera que Blair estuvo a punto de sufrir una derrota. ¿No arriesgó Blair demasiado su calidad de líder en el asunto de Irak, cuando, contra la voluntad de su pueblo sometió a gran Bretaña a la política americana? Sonríe. “hay que decir que precisamente por esto tuvo dificultades. El pueblo británico admira en lo fundamental a Blair, pero le indicó que quiere que sus líderes ejerzan la soberanía. Si pierden parte de la soberanía, debe ocuparse más de los asuntos colectivos. Esto fue una lección para él y para el G8, para que intentaran un acuerdo. El problema es que no tienen paciencia”.

¿Qué piensa sobre los rusos que invierten sus rublos en el barrio londinense de Chelsea? “Hay momentos en que en el centro de Londres no ves más que rusos, - sonríe. - Compran manzanas enteras de casas. No entiendo cómo en occidente pueden hacer un héroe de Mijail Jodorkovski. Es una persona de talento, es cierto que empezó su negocio cuando yo gobernaba, y le conozco desde hace tiempo. Pero si viviera en los Estados Unidos y no hubiera pagado sus impuestos hace tiempo que estaría entre rejas.

En lo referente a Abramovich, dice: “No veo problemas en que un ruso compre acciones en Gran Bretaña, pero está claro que debemos poner fin al periodo de robo”. Mas tarde dice: “se ha calculado que los hombres de negocios rusos se han llevado 1 billón de dólares. Si no vuelven a traer ese dinero a Rusia, nuestro jueces seguramente llegarán a la conclusión de que se apoderaron de este dinero de forma no legal. Y entonces, de ninguna manera podrán utilizar este dinero. Algún día este dinero se empleará en beneficio de Rusia”. En ese caso, esto sería una buena noticia para el equipo del Manchester United.

En occidente no podemos entender cómo esta gente se hizo rica tan deprisa. “Esto fue un error de Boris Yeltsin. Más tarde él se dio cuanta de ese error. Dijo que cerca de un 105 de la población se había beneficiado de sus reformas. Estos magnates le ayudaron para una segunda victoria electoral, y él les regaló las perlas de la corona. Por eso hablo con ustedes de una manera tan pasional, porque la política de perestroika se transformó en una política de robo. Nosotros trabajábamos por una política social-demócrata que permitiera la iniciativa privada”.

Es partidario de los “arriesgados” planes de Vladimir Putin de amnistiar a Abramovich y su compañía si vuelven a Rusia sus capitales. Pero ¿no amenaza la política de Putin la democracia en Rusia? “Hay un problema. Con todo mi apoyo a Putin, el actual gobierno no va a poner en práctica su política. El problema es la inercia, y esta impide el progreso”.

¿Lamenta la pérdida por parte de Rusia del status de gran potencia, o este era el precio de la extensión de la democracia? “Nosotros pagamos un gran precio en un juego geopolítco. Rusia sigue pagando porque no ha entendido que este paso del socialismo al capitalismo es muy difícil. Intentamos llevar a cabo el modelo de Harvard, pero nos tuvimos que pasar al modo ruso”.

Y acaso el “modo ruso” no hizo que los sectores moribundos de la economía siguieran siendo estatales? “Por favor, tengamos paciencia”, ordena, seguramente de la misma manera que ordenaba a los burócratas comunistas desde Smolensk a Siberia que cumplieran sus órdenes.

”Todavía hay rusos con nostalgia por nuestro pasado perdido. Hay gente en occidente, que nos acusa de todos los problemas que aparecen durante nuestra transición, que no lo entiende”. Y esto es parecido a una petición de que se permita a Rusia continuar presionando a regiones que intentan ser independientes. Esto para nosotros es inaceptable, sin embargo cuando te encuentras con Gorbachov recuerdas lo malo que era el mundo cuando aún se temía a Moscú.

A medida que la Unión Europea tiende al federalismo, espera que estos estados poco cementados entre sí inviten a Rusia al seno de Europa: “Esto es para Rusia la cuestión número uno”. Siempre hubo una duda sobre si él entendió cuán fuerte era la fuerza de la libertad que liberó. “Si no hubiese tenido la seguridad, nunca hubiese actuado. Comencé la descentralización del poder. Entendíamos que no podíamos continuar viviendo como lo estábamos haciendo antes”.

Este “antes” incluye las reuniones del Politburó en que se trataba del déficit de bragas femeninas en toda la URSS. Sabíamos que se necesitaban varias generaciones, y que si intentábamos hacerlo rápidamente todo se nos vendría abajo”. Hace una pausa. “Pero yo no sería justo si dijese que entendíamos a nuestra sociedad. Cuando hablábamos de la cuestión de la propiedad o de elecciones libres, esto emborrachaba a nuestra sociedad”.

¿No lamenta haber concedido esta libertad? “Lamento que la perestroika se interrumpiera. Habíamos empezado su tercera etapa”. De aquí podemos entender que Gorbachov nunca ha podido librarse de la mentalidad comunista; educado en los planes quinquenales, él suponía que el pueblo esperaría a sus dirigentes, pero la gente libre no espera.

El se disponía a dar democracia y mercado social cuando los militares bloquearon su residencia veraniega en el mar Negro. Cuando le liberaron, el pueblo no devolvió el poder a su líder, que necesitó tres días para darse cuenta de la catástrofe ocurrida.

Pone como ejemplo para Putin a Margareth Thatcher, su rival en la época de la guerra fría. “Ella realizó importantes reformas en el mercado, pero no se atrevió a desafiar al sistema de seguridad social o educación”.

Gorbachov experimenta una desazón porque le escuchan con respeto en el extranjero, y en su propio país le injurian, y no escuchan sus consejos. “Pusimos fin a la guerra fría, y de ello ganamos todos, pero nuestro país tuvo que cargar con el peso de unas difíciles reformas y con la disolución de la Unión. La actitud ante la perestroika y Gorbachov ha mejorado, pero entre la gente de más edad predomina la idea de ¿por qué hizo esto? Un político puede esperar algo así”.

Cita a un político chino, que, cuando le pidieron que hiciese una valoración de la influencia de la revolución francesa, dijo: “aún es muy pronto para hablar de eso”. Pero él seguirá haciendo propaganda de su filosofía de un capitalismo humano. “A algunos no les gusta mi actividad, y querrían que yo me apaciguara, pero nunca me harán callar. Finalmente encontraremos el camino atrás hacia el espíritu de la perestroika”.

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