11 mayo 2006

Autojustificación a la americana

Artículo publicado en Izvestia el 29-03-2006

Yevguenii Umerenkov, periodista internacional. Nueva York

Tras la actual alianza entre Tblisi y Washington pocos recuerdan que, cuando en otoño de 2003 en Georgia los “hijos políticos” de Sheverdnadze derribaron a su patrón, en los Estados Unidos no manifestaron demasiado entusiasmo. El “zorro gris” convenía totalmente a Washington, era leal y complaciente. Y aunque para el cambio anticonstitucional de gobierno se utilizaron las mismas técnicas callejeras que en Serbia, nadie al otro lado del Atlántico denominaba “revolución de las rosas” al precedente de la “democratización” de las antiguas repúblicas soviéticas.
Y justamente un año después, cuando los “orangistas” valoraron las posibilidades revolucionarias por encima del orden constitucional el grito de “Ya ha empezado” estaba de más. Georgia, Ucrania… El mismo proceso. Todos intentaban averiguar quién sería el próximo. ¿Lukashenko?¿Voronin? Nadie pensaba en Akaev, era el más “liberal” de los presidentes de Asia Central. Pero sucedió precisamente en Kirguizia hace un año. Como la esperanza estaba en el aire, a lo sucedido en Bishkek también lo llamaron “revolución”.
Y ahora veamos otra cronología. En marzo de 2003 los estadounidenses derrocaron a Saddam Husein. El motivo para el ataque era encontrar y destruir las armas de destrucción masiva que el tirano sangriento estaba dispuesto a utilizar contra el mundo libre o a entregar a Bin Laden. En noviembre, cuando en Tblisi derrocaron a Sheverdnadze, en la Casa Blanca aún confiaban en encontrar algo en Irak. Pero a finales de diciembre ya estaba claro que no había nada que encontrar.
Aún les daba vueltas la cabeza por la euforia de la rápida y relativamente poco sangrienta victoria, y ya empezaba a rondar la pregunta: ¿para qué habían invadido los soldados norteamericanos otro país? Las explicaciones vulgares sobre la necesidad de controlar el petróleo irakí o de crear bases militares estadounidenses en la región quedaban muy feas. Entonces a alguna cabeza brillante de la administración USA se le ocurrió: ¡luchamos por la democracia en el mundo!Al empezar su segundo mandato, Bush declaró que la extensión de la libertad y la democracia por el mundo era el objetivo de su política exterior. Recordemos: cuando luchaba por un primer mandato criticaba a Clinton por intentar exportar la democracia a Somalia, a Haití, a los Balcanes. Denominaba a esto “idealismo fuera de lugar”.

Volvamos a las “revoluciones floridas”. La “extensión de la democracia” funciona como justificación del ataque a Irak solo en el caso de que la guerra irakí no sea mas que un eslabón en los intentos USA de ayudar a otros pueblos a conseguir la felicidad. De ahí la inicativa de democratización de Oriente Medio. El cambio anticonstitucional de las élites gobernantes en algunas antiguas repúblicas soviéticas también vino muy a cuento, y se convirtieron en “revoluciones”, que eran pruebas de la “fuerza incontenible” del proceso llevado a cabo por los USA para la liberación mundial. Además los nuevos poderes en Kiev y Tbilisi se han mostrado como celosos prooccidentales y las más fervientes amigos de los USA.

El actual apoyo incondicional de occidente a Ucrania y Georgia (no podía ser de otra manera, ya que solicitan encarecidamente entrar en la OTAN y la UE y reniegan de Rusia), ha provocado que Saakashvili y Yushenko, como sus amigos transoceánicos, estén dispuestos a tomar sus deseos por realidad, y se siente a sí mismos como misioneros. Sin embargo, en los propios Estados Unidos, ya dicen abiertamente que el presidente Bush se empecina de una manera inadecuada en intentar sembrar la democracia “a la americana”. Este simplemente no crece, porque en cada país existen diferentes culturas y tradiciones. Entre los republicanos influyentes han aparecido los “realistas”, entre los que está el propio Bush padre, que empiezan a dudar de que los Estados Unidos deban continuar su “misión” de extender la democracia por todo el mundo, incluso en contra de sus intereses. De todas formas los norteamericanos son pragmáticos y ya empiezan a entender que el alctual curso de los acontecimientos no les es totalmente favorable.

Posiblemente los Estados Unidos retiren sus tropas de Irak con la próxima administración. No importa que haya o no democracia para entonces. El cambio en la política exterior norteamericana es inevitable. Aunque sea tan solo porque los objetivos deben ser asequibles, pues en otro caso esta política lleva al fracaso. Y entonces los sofistas propagandistas de Tbilisi y Kiev podrán cambiar de bando.¿Con quién se quedarán entonces los ejemplos de democracia Yuschenko y Saakashvili?

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