08 mayo 2006

Rusia y la democracia occidental

Artículo publicado el 20 de abril de 2006 por Alexei Pankin en Russian profile.

En otoño de 1991, despues del golpe de estado contra Mijail Gorbacheov publiqué un artículo en el diario Nezavisimaya Gazeta que fue inmediatamente reeditado en Financial Times. El artículo se titulaba "El centro no ha desaparecido, sólo se ha trasladado al extranjero". La idea principal del artículo era que, aunque el pueblo soviético estaba desilusionado con Gorbachov y los líderes de las repúblicas soviéticas, noestaban dispuestos a abandonar una autoridad centralizada que les diera instrucciones claras de qué es lo que tenían que hacer. Desilusionados con sus propias autoridades, estaban dispuestos a entregar este papel a occidente, que entonces estaba asociado en sus mentes con los Estados Unidos y la recientemente reunificada Alemania.

Mirando atrás, es difícil de creer cómo se abrió el país a la influencia occidental. Gorbachov y los líderes de las repúblicas estaban dispuestos a reconocer la autoridad occidental y a dirigir haca allí sus miradas, con sus esperanzas, lamentos y problemas.

Pasé mucho tiempo en Rostov y en la región de Krasnodar, zonas muy conservadoras del sur de Rusia. Pero incluso allí los directivos de las empresas y granjas estatales soñaban con tener un dictado occidental para la política económica, y deseaban un inversor extranjero como el maná del cielo.

En otras palabras, la Unión soviética no perdió simplemente la guerra fría, sino que, para acercarnos más a la verdad, el país se cansó de luchar y se pasó a confraternizar con el enemigo. La Unión Soviética estuvo pronto preparada para la ocupación extranjera. No en el sentido literal, por su puesto, sino en el sentido de que occidente haría lo que hizo con sus enemigos vencidos en la II guerra mundial: establecer un sistema democrático y reconstruir la economía.

Sin embargo, quince años después, la gente dice a menudo que el presidente Vladimir Putin está resitiendo con éxito a la presión de occidente. incluso los rusos pro-occidentales que no están excesivamente entusiasmados con el estado de la democracia en su país y quieren hacer algo para mejorar la situación están cada vez más irritados con las críticas y recomendaciones occcidentales.

Creo que esto responde a que la influencia occidental en Rusia ha caido víctima del hecho de que occidente empezó a ver la democracia en Rusia de la manera en que los "demócratas" rusos la veían: como un tipo de reformas económicas "a la Gaidar", y la destrucción a cualquier precio de todo lo que no se correspondiera con la idea de la democracia identificada con los "demócratas". En otras palabras, sólo los que votaran por Anatoli Chubais y Grigori Yavlinski eran demócratas.

La verdadera democracia, por supuesto, no se trata de políticos concretos, sino de seguir ciertas reglas basadas en una constitución y la participación de todas las fuerzas políticas que no intenten destruir el régimen constitucional. En este sentido, el partido comunista o el LDPR (partido de Zhirinovski) son tan demócratas como Yabloko (partido de Yavlinski), o la Unión de Fuerzas de Derecha (Gaidar, Chubais).

Pero el mundo libre, dirigido por los Estados Unidos, con su inmensa autoridad e influencia en nuestro país, de dedicó durante los años posteriores a la disolución de la URSS a luchar del lado de los "demócratas" contra la democracia.. En lugar de insistir firmemente en que el enfrentamiento entre el presidente Yeltsin y el parlamento se resolviera mediante elecciones parlamentarias y presidenciales simultáneas, dieron luz verde a Yeltsin para disolver inconstitucionalmente el parlamento y adoptar por referendum una nueva constitución que era mucho más autoritaria que la anterior, incluso con claras irregularidades durante el referendum.

El país se habría podido resignar a todo esto si las políticas de los "demócratas" hubieran probado ser más efectivas. Pero sus políticas fueron inefectivas. Dirigieron al país hacia el caos económico y político, y fueron derrotados por votación popular en las elecciones. Occidente apoyó a un grupo de políticos destinados al fracaso desde el principio. Ahora tienen su parte de la responsabilidad en la desconfianza que el pueblo siente por los "demócratas".

Bajo el gobierno de Vladimir Putin, cuando occidente inunda de críticas a un presidente muy popular cuyos movimientos antidemocráticos no van tan lejos como lo que occidente permitió a Boris Yeltsin, debe olvidarse de los últimos restos de influencia en y sobre Rusia.

1 comentario:

César dijo...

Pues, la verdad, no podría estar más de acuerdo, Iñaki.

Envíale una copia al Gran Mañueco. A ver si aprende algo.