25 enero 2007

¿Quién tiene una doble vara de medir?

Artículo de Dmitry Babich en Russia Profile en diciembre de 2006

La posible suspensión de los abastecimientos de gas natural ruso a Bielorrusia nos permite comprobar la coherencia de los países occidentales en sus demandas de democratización para Bielorrusia. Es ampliamente asumido en occidente que Bielorrusia está dirigida por un “dictador” llamado Alexandr Lukashenko y que es indiscutible que las exportaciones de gas natural barato desde Rusia son uno de los elementos básicos que sostienen al régimen de Lukashenko. Así, al menos desde 1996, cuando Lukashenko proclamó su deseo de crear una “unión estatal” con Rusia, occidente ha estado llamando a parar los “subsidios” rusos a Bielorrusia, el último aliado de Rusia en Europa.

Y ahora, cuando Rusia empieza a cumplir esa demanda occidental e intenta forzar a Lukashenko a pagar un precio de mercado de 200 dólares por mil metros cúbicos de gas natural, ¿qué es lo que oímos en occidente? Tan solo gritos de indignación de que Rusia es un proveedor energético “poco fiable” e “impredecible”. Los periodicos polacos, que hasta hace poco han denunciado a Lukashenko como la encarnación del mal, de repente han empezado a hablar de la necesidad de “apoyarle” en su deseo de obtener el gas ruso a 46 dólares, y así lo hacen. Demasiado para la lucha del bien contra el dictador. Sin embargo, al menos Polonia está siendo clara en sus dobles estándares: otraos paises occidentales y la mayoría de los medios de comunicación occidentales pretenden olvidar lo que han estado diciendo a Rusia desde 1996.

Por supuesto, cortar el abastecimiento de gas no es un gesto humanitario y no concuerda con el espíritu de la “unión de estados” entre Rusia y Bielorrusia que se supone que se quiere construir. ¿Pero no habían denunciado los países occidentales esta unión como una manifestación de imperialismo ruso? Desde el punto de vista humanitario, también los Estados Unidos y la Unión Europea han establecido sanciones contra Bielorrusia muchas veces y no se han preocupado por el país cuando lo han hecho. Por supuesto, sus medidas punitivas no pueden hacer tanto daño a la economía bielorrusa como la acción rusa, pero esto solo refuerza el hecho de que Rusia está más implicada en la economía bielorrusa que occidente.

Dejando a un lado los sentimientos, Rusia está, de hecho, haciendo a Lukashenko más daño que todos los grupos de oposición financiados por occidente juntos. El corte del gas natural al principal aliado post-soviético en día de año nuevo, la principal fiesta soviética, es el peor golpe posible a un régimen basado en la nostalgia del régimen soviético. Combinada con las exportaciones baratas de energía rusa, esta nostalgia es la base de los éxitos electorales de Lukashenko en 1994, 1996, 2001 y 2005.

Entonces, ¿quién está siendo poco fiable e impredecible aquí? Por supuesto, las partes que son inconsistentes: Lukashenko y occidente. ¡Qué rápido se han olvidado los compromisos de lucha contra Lukashenko cuando Gazprom cortó el abastecimiento de gas a Lukashenko por primera vez en 2004, afectando por unas horas al suministro de gas a Polonia! Esta vez, según el diario Komersant, Gazprom se había preparado anticipadamente mediante el bombeo de más gas a los depósitos de Polonia y los países bálticos, para que almacenaran más cantidad y no probaran la amargura de la píldora destinada a Lukashenko. Pero estoy seguro de que oiremos hablar más de la poca fiabilidad de Gazprom.

No hay duda de que Gazprom consultó con el kremlin antes de decidirse a este movimiento. Obviamente Putin escogió esta dura medida, y su decisión le puede costar su popularidad en Bielorrusia y probablemente entre algunos rusos. Pero a pesar de ser duro, Putin al menos está mostrando alguna coherencia. Durante una rueda de prensa dijo: “Alemania occidental está pagando billones para mantener a flote la economía de la antigua RDA. Pero están pagando por la reunificación de su país. ¿Por qué estamos pagando nosotros?”. A pesar de los temores occidentales, Bielorrusia no se ha convertido en parte de Rusia, como la RDA lo ha hecho con la Alemania unificada. De hecho, durante los últimos 10 años Bielorrusia se está alejando de Rusia, aunque sin los insultos que han acompañado a movimientos similares en Ucrania o Georgia. La lógica de Putin es clara: ¿Por qué deberíamos subsidiar a un régimen antidemocrático que no tiene planes de coordinar su política con nosotros?”.

Debemos reconocer que la llamada unión de estados entre Rusia y Bielorrusia se ha vuelto un engaño de Lukashenko y una cruel parodia de una integración real. Esto es una mala noticia para la mayoría de los rusos y probablemente de los bielorrusos. La alianza entre Rusia y Bielorrusia solo persistirá mientras la Unión Europea y los Estados Unidos continuen amenazando a Bielorrusia con su hostilidad y a Rusia con su desconfianza. Esta coalición por necesidad no es el cumplimiento de los sueños de muchos rusos y bielorrusos que quieren vivir sin fronteras que les separen y en paz con todo el mundo. Pero este es un problema que sólo occidente puede resolver.

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