05 mayo 2009

Georgia

Artículo del comentarista de RIA Novosti en Georgia, Besik Pipia
En la primavera de 1989 en el pueblo abjasio de Lyjny se llevó a cabo una manifestación de 30.000 personas. Los abjasios se dirigían a las máximas instancias de la URSS con la petición de su salida de Georgia y la formación de una república soviética de Abjasia. Como consecuencia se produjeron choques armados entre abjasios y georgianos en las orillas del río Galidzga. Los combates duraron dos días. El estado totalitario soviético apagó entonces las llamas de la tensión. En la larga historia de las relaciones entre los dos pueblos corrió la sangre. Entonces murieron 14 personas: 9 georgianos y 5 abjasios.
Posteriormente, el mitin de abril de hace 20 años en Tbilisi tomó desde el comienzo un carácter antiabjasio. Empezó el 4 de abril y poco a poco fue adquiriendo una dirección antisoviética. Después de varias llamadas a disolverse, se usó la fuerza contra los manifestantes. Esto sucedió el 9 de abril. Como resultado de la acción de las tropas soviéticas murieron 21 personas. En Georgia se declaró el día 9 de abril como fiesta nacional: “día de la unidad nacional”.
Los principales organizadores del mitin fueron los disidentes Merab Kostava y Zviad Gamsajurdia. La tragedia de abril los convirtió en héroes nacionales. Año y medio más tarde, en las elecciones al Soviet Supremo en Georgia, venció el bloque de Zviad Gamsajurdia “Mesa redonda – Georgia Libre”, con el 54% de los votos. Georgia se convirtió en la única república de la URSS en la cual los disidentes radicales llegaban al poder. Más tarde, en circunstancias poco claras, falleció en un accidente de automóvil Merab Kostava.
Una vez que quedó como único líder nacional, Zviad Gamsajurdia venció en las primeras elecciones presidenciales en Georgia en mayo de 1991 con un 87% de los votos. De facto, se mantuvo en el poder menos de tres meses, hasta el golpe de estado de agosto de 1991. El círculo más cercano al jefe del estado comenzó a abandonarle y apoyar a los golpistas. Comenzó una gyerra civil, y en enero de 1992 Zviad Gamsajurdia huyó de Tbilisi.
Los rumores atribuyen la autoría del derrocamiento armado de Zviad Gamsajurdia al entonces sin ocupación y residente en Moscú Eduard Shevarnadze, ex-ministro de asustos exteriores de la URSS. Conocido en al mundo entero como conductor activo de la política de perestroika y glasnost. Eduard Shevarnadze llega a Tbilisi “a petición de la inteligentsia georgiana”. El pueblo le recibe con aplausos, viendo en él un salvador de la nación. En el Cáucaso se decía: los armenios tienen la diáspora, los azerbaijanos el petróleo, los georgianos tienen a Shevarnadze.
Pero las esperanzas depositadas por la población en el “Zorro blanco” no encontraron justificación. Llevó a cabo una extraña guerra en Abjasia, que fue perdida. El jefe supremo del ejército, Eduard Shevarnadze, retiró soldados y vehículos en barcos rusos al puerto de Poti. Después de esto, los grupos abjasios controlaron Sujumi sin gran dificultad. 300 mil personas fueron expulsadas de sus casas. Durante el periodo de gobierno de Shevarnadze Georgia cayó en la miseria y el desgobierno, la corrupción se extendió como una epidemia y se convirtió casi en un rasgo del paisaje, como las carreteras estropeadas o los edificios en ruinas.

El segundo presidente de Georgia fue derrocado, al igual que el anterior, pero no por los fusiles Kalashnikov, sino por rosas holandesas. Para que se fuera Shevarnadze, el pueblo estaba dispuesto a aceptar incluso al mismo diablo. Y apareció Mijail Saakashvili. Empezó su actividad mediante la extorsión estatal para obtener dinero de los ricos locales. Atrapaban gente y los mantenían en prisión hasta que pagaban su libertad. Sobre esto es sobre lo que se mantiene hasta hoy el poder de Saakashvili. El último arrestado mediante este esquema criminal ha sido el conocido empresario moscovita Vladimir Vajania. En su casa de Zugdidi, en la que se encontraba, encontraron, al parecer, dos metralletas y granadas, y le encerraron en la prisión de Zugdidi. Se dice que exigen un millón de dólares para liberarle.

Hay centenares de ejemplos, gente a la que quitaron inmuebles o compañías enteras. A través de juicios o donaciones “voluntarias” al estado. Así obtuvieron el canal de televisión “Imedi” y el parque de Mtatsminda de Badri Patarkatsishvili, o de Gochi Dzasojov la compañía “Kartuli produkti”, de Kibar Jalbashi la compañía “Art Group”…

Y qué decir del actual parlamente, denominado por el pueblo “Turkmeno”, en el que se vota por el principio de “Manos arriba, bajar la izquierda, aprobado por unanimidad”. Todo el mundo sabe que le ministro del interior es al mismo tiempo el redactor jefe de los canales televisivos “Rustavi-2”, “Primer canal”, denominado por el pueblo “Saakashvili-1” e “Imedi” (Saakashvili-3).

El líder de los laboristas, el abogado Shalva Natelashvili, ha contabilizado que Saakashvili debería ser condenado a 450 años de prisión por todos sus delitos. Tiene que responder por la extraña muerte de Zuran Zhvania, el asesinato del banquero Sandro Gvirgvliani, la pérdida de Abjasia y Osetia del sur. Es difícil pensar que después de todo esto el actual presidente de Georgia abandone su cargo de jefe de estado y permita que le juzguen.
Aunque se considera que de hecho el jefe del estado, de hecho, es Vano Merabishvili, junto a su consejero Zurab Adeishvili, ministro de justicia, que “cuida” del sistema judicial del país. Mijail Saakashvili ha empezado a parecerse al Gorbachov de después del golpe de estado, o a una serpiente pitón de circo a la que atiborran de pastillas para retardar sus movimientos.
De cualquier manera, con sangre o sin ella, hoy o mañana, el destino del presidente georgiano ya está determinado. Es algo de lo que está convencida la inmensa mayoría de la población. Pero, ¿le espera a este gobierno su “juicio de Nuremberg” georgiano?

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